sábado, 27 de febrero de 2010

Anastasia. Por Rosa María Lozano Camacho

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la prima cabaña y entonces una anciana vestida con harapos abrió un poco la puerta y con el ojo izquierdo miró al muchacho. El joven le explicó que se había extraviado y le pidió que si podría ofrecerle cobijo, pero la anciana cerró la puerta sin decir palabra. Así que el joven tuvo que resguardarse en un cobertizo que encontró no muy lejos de la cabaña. La luz del alba que entraba por una grieta del cobertizo le obligó a despertarse y mientras se giraba para coger su mochila entró una muchacha morena que provocó un grito mutuo. - ¿Pero quién eres tú? ¿Cómo has entrado?- preguntó asustada la chica. - Me llamo Aitor y me perdí ayer al atardecer, pregunté a una anciana que no me ofreció cobijo y me vi obligado a pasar la noche aquí.- le explicó Aitor. - Aquella anciana es mi abuela y es un poco desconfiada. Siento las molestias que te causó. Me llamó Anastasia y, para resarcirte de las molestias, me gustaría invitarte a desayunar.- pidió Anastasia a Aitor. Él aceptó un poco asustado por la reacción que podría tener su abuela, pero las preocupaciones no sirvieron de nada, ya que la mujer no estaba. Anastasia pidió si podría contarle los motivos que le trajeron a aquel pueblo, ya que no lo visitaban muchos turistas y sólo lo habitaban poco más de tres familias. Aitor le contestó con la historia de amor más bonita que él conocía: la de sus padres, que murieron en un accidente de avión, y le dijo que, curiosamente, su madre también se llamaba Anastasia. Al escuchar aquella declaración, Anastasia se ofreció como guía para enseñarle el pueblo que enamoró a sus padres. Montados a caballo fueron a la “Romana”, la pequeña playa en la cual sus padres se conocieron, una noche, en la fiesta del pueblo. Después de pasar toda una mañana bañándose, tomando el sol y jugando al volleyball, fueron a almorzar a “El Halcón”, el restaurante más famoso del pueblo. Era un restaurante con un toque rústico, pero a la vez moderno, lo cuál resultaba muy acogedor. Después de comer decidieron volver a la cabaña y seguir con la visita al día siguiente. Durante toda la semana que Aitor estuvo de vacaciones visitó con Anastasia los lugares más bonitos del pueblo: fueron al castillo medieval que estaba construido en lo alto de un monte, al pequeño parque temático construido a las afueras del pueblo, visitaron el museo de cerámica del pueblo, hicieron senderismo, montaron a caballo y participaron en la recogida de manzanas. El último día que Aitor se quedaba en el pueblo empezaban las fiestas del pueblo, así que decidió ir acompañado de Anastasia. Aitor llegó primero a la playa, lugar donde darían comienzo las fiestas, y cuando apareció Anastasia con un vestido verde que hacia juego con sus ojos, Aitor quedó sorprendido por lo parecido que era aquel vestido de Anastasia al de su madre. Anastasia le explicó que antes del banquete recogían conchas, para hacer pulseras y collares que se venderían el último día de las fiestas, para recaudar dinero para arreglar algunos destrozos que había en el pueblo. Después de cenar todos se dirigían a la playa para bailar hasta las doce de la noche, cuando serían lanzados los fuegos artificiales, acto que le encantaba a Anastasia. Cuando llegó la hora de los fuegos artificiales todos se sentaban en la arena con sus familias. En ese momento Aitor le preguntó por su abuela ya que no la volvió a ver desde aquella tarde en la cual se perdió, pero ella no prestó demasiada atención. Aitor tenía la mirada posada en otro asunto que no eran los coloridos fuegos artificiales, sino más bien en una persona, y es que se iba con sentimientos que no traía. Aitor se armó de decisión y cuando terminaron los fuegos artificiales cogió a Anastasia del brazo y la llevó a un lugar apartado de muchedumbre. Una vez allí la miró y seguidamente la besó. Habían escrito una nueva historia de amor que pareció continuar una tradición, ya que los hijos, nietos y bisnietos de Aitor se perdieron, se enamoraron de una chica llamada Anastasia, morena, con los ojos verdes y nunca se supo nada de aquella anciana que toda la familia se ha topado, y que resultó ser la abuela de Anastasia. ¿Será todo una casualidad?

5 comentarios:

  1. Rosa: no sé si es una casualidad. No sé si creo en las casualidades. Pero la historia es muy buena y está bien escrita. Espero que escribas más.

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  2. Me gusta mucho porque cuenta una historia muy bonita y romantica de dos jovenes muy enamorados.El principio engaña porque parece que es de terror por la anciana. Lo que mas me gusta son las coincidencias y cuando se van a la playa y se besan.Enhorabuena

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  3. Me encanta la historia, tiene algo de misterio y me encantan las historias así, aunque me hubiera gustado más que se hubieran expresado aún más los sentimientos de Anastasia, también me gusta mucho la parte del beso y el final. Enhorabuena por la historia, está bastante bien.

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  4. Esta historia es muy bonita Rosa,sigue asín

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  5. No sé si es una casualidad pero me encanta tu historia, Rosa. Sobre todo como lo has relacionado con el pasado.

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