sábado, 3 de abril de 2010

Cuento Infernal. Por Cristina Rodríguez

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces viendo que nadie le respondía, siguió caminando hacia la siguiente puerta viendo que nadie abría y fue llamando hasta la última puerta. Como estaba tan cansado del viaje y en la aldea no había señal de que hubiera nadie, decidió pasar al interior de una de las cabañas que estaba abierta. Su aspecto era desordenado pero limpio. De sus paredes colgaban pieles y cuernos de animales, por lo que su dueño debía ser un hombre que se dedicara a la caza. Esa fue la conclusión que sacó el viajero. El caminante se encontraba cansado y hambriento. En su macuto no tenía nada para comer por lo que decidió mirar si en la casa había algo. No encontró nada, por eso salio al bosque a buscar algo. Cazó un conejo y arrancó unas raíces, volviendo luego a la cabaña para poder hacer la comida. Durante la vuelta a la cabaña se sintió vigilado. No dejaba de mirar hacia los arbustos pero no veía nada entre ellos. Sintió un poco de miedo. Entonces se aligeró para llegar rápido a la cabaña, ya que estaba anocheciendo. Cuando llegó, cerró la puerta atrancándola para que nadie pudiera entrar y se puso a cocinar. Mientras lo hacía no dejaba de tener la sensación de que algo o alguien lo vigilaba, por lo que su intranquilidad se hizo mayor cada instante. Queriendo calmar los nervios que tenía el viajero trató de convencerse de que todo era fruto de su imaginación y cansancio y se puso a comer lo que había cazado. Le parecía un gran banquete, pues llevaba todo el día sin comer, una vez que terminó se puso cómodo en algo que parecía una cama, pero los ruidos que venían del exterior de la cabaña no le dejaban dormir. Su miedo fue creciendo a medida que los ruidos se acercaban cada vez más a la cabaña por lo que decidió mirar por una pequeña ventana llevándose el mayor susto de su vida, pues vio lo que a él le parecieron fantasmas. La aldea parecía haber cobrado vida: se veían mujeres, niños y hombres cargados con animales que acababan de cazar. Su pánico fue creciendo ya que todos parecían seres salidos de una tumba. De pronto despertó empapado en sudor: sólo había sido un sueño. Recordó que estaba en un albergue para viajeros y que había cenado mucho esa noche, pensó que no debería hacer cenado tanto esa noche pero todo fue debido a la pesada digestión, menos mal que había sido un sueño.

4 comentarios:

  1. Lo has hecho muy bien, además no pensaba que iba a ser un sueño. Te felicito por esta historia.

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  2. Ja ja ja siesque una mala digestion te puede causar una mala noche Ja ja ja

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  3. Me a gustado mucho no creía que iba hacer un sueño te felicito.

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