sábado, 27 de febrero de 2010

Puro amor. Por Linda Nazaret Sánchez Ruiz

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces apareció una mujer llorando, intentando secarse las lágrimas para no parecer demasiado triste, pero aun así, no podía dejar de llorar. El hombre, al ver a la mujer llorar la consoló, aunque no la conocía, pero no podía verla así. La mujer le invitó a pasar y el hombre aceptó. En la cocina le cuenta todo lo ocurrido. Su hija estaba enferma del corazón, estaba ingresada en el hospital y no tenía ningún donante. La mujer le cuenta también que el padre de la niña era el único que daba positivo, pero no quería saber nada de ninguna de las dos. El hombre apenado le pregunta. -Siendo un tema tan delicado, ¿el padre de tu hija no quiere saber nada? -No, la verdad es que él está con otra mujer y le importa más ella que su hija. Por eso no quiere donar.-Respondió ella. -Bueno, tu hija… ¿cómo se toma la enfermedad? -preguntó el hombre. -Todavía no lo sabe. Ella piensa que está en el Hospital porque la están cuidando -respondió ella. El hombre tomó una decisión: con el poco tiempo que llevaba allí, ya estaba conmovido, así que decidió que podía hacerse las pruebas para ver si podía donar. La mujer, aunque no quería que el hombre fuese el donante, no podía dejar que su hija muriese. Los dos llegaron al hospital y el hombre se hizo las pruebas. Dos días después, llegaron los resultados: daba positivo. La mujer rompió a llorar, pues ya en esos dos días entabló una buena amistad con él, y ya sentía que le quería, pero era por el bien de su hija. Se dirigieron hacia el hospital y allí lo arreglaron todo. Mientras preparaban la sala de operaciones, el hombre escribió una carta en la que decía: "Éstos días que he pasado contigo, han sido los mejores de mi vida, y espero que, mientras yo esté en el Cielo, seáis muy felices. Nunca estaréis solas, pues ella tendrá mi corazón." El hombre colocó la carta entre las cosas de la mujer. Una vez allí, los llevaron a la sala de operaciones y todo salió como estaba previsto. La madre de la niña cayó en una depresión, pero supo ahí que fue su primer amor de verdad y siempre estaría agradecida.. Leyeron las dos juntas la carta cuando la encontraron y la mujer se sintió culpable por ello.

Mi vida. Por María José Marín Sainz

Mi sentido de la vida no es más que mi opinión. Si queréis escucharme, yo os lo explicaré. Sólo deseo vuestra atención. Cosa difícil puede parecer, pero siempre con humor debe de ser. ¿Buscas algo? Yo también. Intenta luchar por él, y verás qué rapidez. Eso debes hacer. Con la esperanza de vivir, con la esperanza de sentir, esa es mi ley. Por eso os digo: NO LA OLVIDÉIS.

La niña de la casa. Por Miriam León Silva.

Érase una vez una niña llamada Anastacia. Tenía doce años recién cumplidos. Los cumplía el trece de noviembre de 1972. Su familia era la famosa familia Smiler. Anastacia era hija única y, por tanto, se sentía muy triste. Un día inesperado se escucharon unos tremendos y espeluznantes gritos. Ese fue el último día en que se supo algo más de los Smiler. Doce años más tarde, una niña llamada Ana Jonas Bieber y su padre Joseph Justin Jonas fueron a vivir a la casa de la familia Smiler, porque estaba de alquiler. Fueron a vivir allí durante unos cinco años. Los primeros días fueron normales, pero dos semanas después Ana estaba bañándose y en el momento en que Ana iba a meter su delicado pie en el agua, apareció una niña que estaba ahogándose en el agua, que se estaba transformando en sagre. Le pidió socorro. Ana sólo sabía chillar. En ese momento su padre llegó corriendo, abrió la puerta a patadas porque no conseguía abrirla y cogió a Ana y se la llevo en los brazos. Ana le contó todo lo sucedido a su padre, que no se echó a reír, porque cuando había ido a comprar al pueblo, le habían contado el mito o la historia de la familia Smiler. Joseph al principio se reía de las vecinas cuando le contaron el mito, pero cuando Ana le contó lo sucedido en el baño empezó a creérselo. Dos meses después Joseph se levantó de la cama para ir al baño y cuando llegó a la puerta del servicio la abrió y ...Joseph no se podía creer lo que estaban viendo sus propios ojos: estaba viendo una niña atada por el cuello con un cable ensangrentado. La niña, que era Anastacia, tenía el dedo señalando al cristal. Había algo escrito con sangre : “Ayúdame y serás recompensado”. Joseph investigó sobre su vida y lo que descubrió se le escapaba de las manos: el padre de Anastacia era científico de la NASA y un día iba a hablar con uno de los ministros del gobierno y, cuando fue a abrir la puerta, escuchó unos cuantos disparos. ¡Habían asesinado al ministro Don Alfonso de Pontevedra! El padre de Anastacia, que se llamaba Joseph Justin Jonas, corrió y corrió pero le echaron la culpa del asesinato cometido. Los verdaderos culpables se ocuparon de que Justin no contara el secreto y por eso asesinaron a toda su familia, uno a uno, despiadadamente. Cuando Joseph descubrió la verdadera historia de la familia de Anastacia, fue a buscar pruebas de dónde estarían los cuerpos. Un día estando en el huerto de la casa vio algo que sobresalía: era un dedo humano. Descubrió que era de Anastacia. Empezó a cavar y sacó a toda la familia al completo. Joseph los llevó a la policía y explicó todo lo sucedido. Unos cuantos meses pasados, Joseph recibió la visita de dos hombres con aspecto desagradable, pero antes de que a Joseph y Ana les pasaran algo, Anastacia intervino con su forma humana. La forma como mató Anastacia a los dos hombres no importa demasiado, Lo importante es que la familia Jonas se ha salvado.

Anastasia. Por Rosa María Lozano Camacho

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la prima cabaña y entonces una anciana vestida con harapos abrió un poco la puerta y con el ojo izquierdo miró al muchacho. El joven le explicó que se había extraviado y le pidió que si podría ofrecerle cobijo, pero la anciana cerró la puerta sin decir palabra. Así que el joven tuvo que resguardarse en un cobertizo que encontró no muy lejos de la cabaña. La luz del alba que entraba por una grieta del cobertizo le obligó a despertarse y mientras se giraba para coger su mochila entró una muchacha morena que provocó un grito mutuo. - ¿Pero quién eres tú? ¿Cómo has entrado?- preguntó asustada la chica. - Me llamo Aitor y me perdí ayer al atardecer, pregunté a una anciana que no me ofreció cobijo y me vi obligado a pasar la noche aquí.- le explicó Aitor. - Aquella anciana es mi abuela y es un poco desconfiada. Siento las molestias que te causó. Me llamó Anastasia y, para resarcirte de las molestias, me gustaría invitarte a desayunar.- pidió Anastasia a Aitor. Él aceptó un poco asustado por la reacción que podría tener su abuela, pero las preocupaciones no sirvieron de nada, ya que la mujer no estaba. Anastasia pidió si podría contarle los motivos que le trajeron a aquel pueblo, ya que no lo visitaban muchos turistas y sólo lo habitaban poco más de tres familias. Aitor le contestó con la historia de amor más bonita que él conocía: la de sus padres, que murieron en un accidente de avión, y le dijo que, curiosamente, su madre también se llamaba Anastasia. Al escuchar aquella declaración, Anastasia se ofreció como guía para enseñarle el pueblo que enamoró a sus padres. Montados a caballo fueron a la “Romana”, la pequeña playa en la cual sus padres se conocieron, una noche, en la fiesta del pueblo. Después de pasar toda una mañana bañándose, tomando el sol y jugando al volleyball, fueron a almorzar a “El Halcón”, el restaurante más famoso del pueblo. Era un restaurante con un toque rústico, pero a la vez moderno, lo cuál resultaba muy acogedor. Después de comer decidieron volver a la cabaña y seguir con la visita al día siguiente. Durante toda la semana que Aitor estuvo de vacaciones visitó con Anastasia los lugares más bonitos del pueblo: fueron al castillo medieval que estaba construido en lo alto de un monte, al pequeño parque temático construido a las afueras del pueblo, visitaron el museo de cerámica del pueblo, hicieron senderismo, montaron a caballo y participaron en la recogida de manzanas. El último día que Aitor se quedaba en el pueblo empezaban las fiestas del pueblo, así que decidió ir acompañado de Anastasia. Aitor llegó primero a la playa, lugar donde darían comienzo las fiestas, y cuando apareció Anastasia con un vestido verde que hacia juego con sus ojos, Aitor quedó sorprendido por lo parecido que era aquel vestido de Anastasia al de su madre. Anastasia le explicó que antes del banquete recogían conchas, para hacer pulseras y collares que se venderían el último día de las fiestas, para recaudar dinero para arreglar algunos destrozos que había en el pueblo. Después de cenar todos se dirigían a la playa para bailar hasta las doce de la noche, cuando serían lanzados los fuegos artificiales, acto que le encantaba a Anastasia. Cuando llegó la hora de los fuegos artificiales todos se sentaban en la arena con sus familias. En ese momento Aitor le preguntó por su abuela ya que no la volvió a ver desde aquella tarde en la cual se perdió, pero ella no prestó demasiada atención. Aitor tenía la mirada posada en otro asunto que no eran los coloridos fuegos artificiales, sino más bien en una persona, y es que se iba con sentimientos que no traía. Aitor se armó de decisión y cuando terminaron los fuegos artificiales cogió a Anastasia del brazo y la llevó a un lugar apartado de muchedumbre. Una vez allí la miró y seguidamente la besó. Habían escrito una nueva historia de amor que pareció continuar una tradición, ya que los hijos, nietos y bisnietos de Aitor se perdieron, se enamoraron de una chica llamada Anastasia, morena, con los ojos verdes y nunca se supo nada de aquella anciana que toda la familia se ha topado, y que resultó ser la abuela de Anastasia. ¿Será todo una casualidad?

Aparición sorpresa. Por Marius Buhai

La historia comienza un día en el que miles de personas salen al campo a celebrar no sé que fiesta. Un hombre llamado Julián se quedó en su casa. Al medio día encendió un fuego. Espero no tener que contar por qué. De la primera llamarada salió un chico joven con aspecto tétrico. Este le dijo a Julián: -Julián debes matar a tres personas si no quieres morir. Julián le preguntó: -¿Cómo te llamas “sicópata”? El hombre contestó: -Soy Satanás y ahora haz lo que te he ordenado o si no morirás. -¿Y cómo sé yo que no me mientes si Satán es el nombre de la muerte? -Observa esto: si no me crees te enseñaré esto. Entonces levantó la mano y apareció una nube de humo. En esta se veía a un hombre que había cumplido la orden de Satanás, feliz en su mansión con su esposa y sus dos hijos. Julián aunque no quería matar a nadie salió corriendo de su casa. Se fue a una calle donde vivían nadie más que pobres mendigos a punto de morir de hambre. En este momento Julián decidió matar a los tres más desafortunados. Llamó a Satanás y le dijo: -Aquí están tus tres almas. -No debiste fiarte de mí. Ahora me llevaré tu alma. -¿Cómo pudiste ser tan tonto? Yo tan sólo necesitaba el alma de un asesino como tú. Dijo Satanás con su malévola sonrisa Julián pasó toda su eternidad en el infierno sólo por creer que Satanás sería de fiar.

martes, 23 de febrero de 2010

La Alegría. Por Linda Nazaret Ruiz Sánchez

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces la puerta se abrió... El viajero pensó que era el viento, pero en cuanto entró en la casa supo que eso no había sido el viento. El viajero se llamaba Daniel. Sus ojos eran marrones, su pelo moreno, era bajo y un poco feo. Fue registrando la casa, en busca de alguien o algo… a lo largo de los pasillos se escuchaban voces. De repente llegó a su destino, al fondo de la habitación se encontraba una muchacha blanca como la leche, de ojos verdes y pelo moreno. El viajero, al ver tal bella mujer se quedó fascinado, pero supo que con ella no iba a tener ninguna relación amorosa. El viajero se acercó a la chica y le preguntó como se llamaba. Ella respondió: -Mi nombre es Alegría… bueno, ¿cómo te llamas? -Me llamo Daniel, mis amigos me lla.. Ella, sin dejarlo terminar, le dijo: -¡Corre, este sitio es muy peligroso!¡Se están acercando! -¡¿Quiénes?! -preguntó Daniel alterado. Ella se levantó y le pegó un empujón para que se metiese en el armario, pues ya estaban llegando. De repente, aparecieron un hombre, con un cuchillo de carnicero lleno de sangre goteando por el suelo, y una chiquilla pequeña, de unos cuatro o cinco años. En la cara de la chiquilla se reflejaban miedo y horror. El hombre, sin decir palabra, soltó a la chiquilla y la estrelló contra la pared. Entre llantos, tanto los de la niña como los de la muchacha, el hombre, sin más dilatación, cogió a la muchacha y se la llevó fuera de la casa. Daniel salió del armario y observó el estado de la niña. Tenía una herida en el brazo. Daniel no se lo pensó ni un segundo y se arrancó la manga de la camisa para parar la hemorragia. Acomodó a la niña en la cama y salió corriendo en busca de Alegría. Entre los árboles y plantas, escuchó a la muchacha gritar, y se dirigió hacia las voces que escuchaba. La encontró... pero el hombre le pegó con una tabla de madera en la cabeza y le dejó inconciente .Pasadas una horas, Daniel recobró la consciencia. Ya había anochecido. No sabía dónde se encontraba la chica, así que fue a por la pequeña a la casa. Por el camino de vuelta no podía dejar de pensar en la situación de Alegría: estaba demasiado asustado. Cuando llegó a la casa se dirigió hacia la habitación en la que se encontraba la chiquilla, pero... ya no estaba. El muchacho no sabía qué hacer, entonces pensó que si quería encontrar a las chicas, lo único que podía hacer era buscarlas y marcharse con ellas. Al amanecer, emprendió camino hacia el bosque. Pasadas dos horas, escuchó unas pisadas y se dirigió hacia ellas. Alegría y la pequeña estaban tiradas en el suelo. Él las reanimó. Alegría, nada más verlo, le abrazó tiernamente y le dijó: -¡Daniel, por favor, sácanos de aquí! -Claro que os voy a sacar de aquí... bueno, dime cómo está la chica -dijo con preocupación. -Tranquilo, está bien. Sólo está dormida -respondió Alegría. Daniel cargó en su espalda a la niña, y por el camino le preguntó: -Dime, Alegría, ¿dónde está el hombre ese? -Se fue, y todavía no ha llegado -respondió Alegría. Tranquilamente, Alegría, Daniel y la niña llegaron hasta una carretera y allí pasó un todoterreno, en el que subieron los tres... Parecía que por fin se habían salvado. El conductor se volvió y… resultó que era el secuestrador.

lunes, 22 de febrero de 2010

Poemas de amor. Por Samuel Mula Pineda

Yo soy el mar, tú eres el velero, que navegan juntos con un simple TE QUIERO. Quiero ser paloma para ir a la torre más alta, a ver qué cara pones cuando ves MIS CARTAS . Si crees que no te quiero asómate al balcón, cuenta las estrellas y multiplícalas por dos, verás cómo son muchas, PUES MAS TE QUIERO YO.

Un amor de locura. Por María José Marín Sainz

Una tarde, en otoño, un viajero que se había equivocado de camino llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y, entonces, se abrió y allí a lo lejos apareció la silueta de una mujer que le invitaba a entrar con la mano. El viajero aceptó y vio cómo su amada le abrazó dándole todo el cariño que él reclamaba. Por fin sus noches de angustia habían terminado. Su corazón palpitaba a la misma vez que deseaba escuchar algo que demostrara que no era un sueño. Pero, de pronto, llamaron a la puerta y un anciano quería explicarle que todo era mentira, que tan sólo era el espíritu de Doña Gregoria. A ella le gustaba matar a aquellas personas que estaban "locas por amor" y por eso no habitaba nadie en el pueblo. Extrañado por el comentario, miró hacia la oscuridad de la casa. Un frío le recorría todo el cuerpo al comprobar que efectivamente no existía nadie. El anciano le había hecho entrar en razón. Los dos, asustados, prefirieron marcharse, pero en ese momento el espíritu de Doña Gregoria se desvanecía. De sus restos apareció otra mujer igual a ella. Sólo un rechazo pudo romper la maldición que la encarcelaba. Después de todo lo ocurrido, el pueblo volvió a la normalidad y, claro, el viajero y Doña Gregoria, al demostrarse su amor mutuo, se casaron. Lo extraño es: ¿SERÁ ESTA VEZ DE VERDAD?

Cuento de amor. Por Rocío López González

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces una chica abrió la puerta y mi mirada y la suya se encontraron. Era realmente hermosa. Ella me preguntó qué quería y le dije lo que me ocurría. Ella buscó una solución y me invitó a entrar en su cabaña. Yo acepté. Le pregunté por qué el pueblo estaba abandonado. Ella me respondió. Pasaron dos semanas con la misma rutina: salir a coger moras, ayudar en su casa, hasta que decidí ir a buscar a la gente. Ella me pidió que no lo hiciese y entonces me confesó que me quería. Yo también le dije lo mismo. En ese momento los dos decidimos ir juntos en busca de la gente. Pasaron dos meses desde que habíamos ido a buscar a las personas. Nunca nos separábamos hasta el día que encontramos a las personas del pueblo. Habían estado fuera del pueblo para manifestarse por la inseguridad que había en él. Al volver a la cabaña, le dije que era hora de que me fuese de vuelta por el camino por el que me había perdido. Ella me suplicó que me quedase, pero no yo no podía. Sabía que si me quedaba no podía ir a cumplir mi promesa. Le di un beso en su cálida mejilla y me fui. Ella sabía que yo no la dejaría de querer, pero, aun así, no quería que me apartase de su lado. Seguí mi camino en busca de aventuras hasta llegar a mi destino y con la confianza de que había dejado mi amuleto en su cuarto. Al llegar a mi destino sabía que podía ya volver con mi adorada joven. Al llegar al pueblo me dijeron que ella se había marchado sin dejar rastro. Me dispuse a volver a mi casa sabiendo que por muy lejos que estuviésemos siempre nos llevaríamos en el corazón. Dejé atrás este amor imposible dejándolo en uno de mis apacibles recuerdos.

Aullidos siniestros. Por Marius Buhai

Una tarde, en otoño llegó al pueblo un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces la puerta se abrió sola. El viajero asustado por el frío que salía de la cabaña, entró y se dirigió hacía la cocina para ver que encontraba de comer; al abrir el primer armario se encontró una rata muerta. Al abrir el segundo armario se encontró una cabeza de persona. El viajero se asustó tanto que había salido corriendo de la cabaña. Una vez fuera él se encontró un perro medio muerto. Este se quiso acercar a él pero cuando lo miró con más tranquilidad observó entre sus dientes un trozo de carne y pensó: ¿Pero cómo puede tener este perro carne entre los dientes si no hay ni un alma , no será que este perro ha… ha… ha ma… ma… matado al... ¡Ahhhhhhhh! Esta última palabra hizo que el hombre echase a correr como un leopardo tras su presa. No paró hasta que se había alejado del pueblo, cuando se dio cuenta se encontraba en el camino que lo llevaba hasta Nueva York. Cogió su coche y se fue. Llegó a su piso. Allí le esperaban dos agentes del F.B.I. que le acusaron del caso de la persona encontrada en el pueblo. Este se declaró inocente, pero los guardias le dijeron que habían encontrado sus huellas en el armario dónde se encontraba la cabeza. Luego llegó el perro, y el hombre llamado David les enseñó la carne que este tenía entre los dientes. Estos le hicieron la prueba de A.D.N. y estos coincidían. Iban a sacrificar al perro pero este desapareció como por arte de magia . Los agentes se fueron a Los Ángeles que estaba recién reconstruida, como Nueva York. Después de unos cuantos meses el hombre tuvo una pesadilla con el perro y con el muerto . Luego, cuando despertó de la pesadilla, se fue al cementerio dónde habían enterrado al hombre o lo que quedaba de él. El perro se encontraba tras la lápida en que ponía:"Los perros no son nuestros amigos. Uno solo puede ser como el diablo." El perro le mordió la pierna y este se fue. Mientras David intentaba llegar al hospital el perro huyó de nuevo. Le curaron la pierna y se fue a su casa . Cuando llegó, la cabeza le daba muchas vueltas. Se acostó y a la hora de levantarse ya se encontraba en su trabajo. Llegaron sus compañeros y le preguntaron por el perro que había en la puerta. Cuando David fue a ver al perro se cayó por las escaleras y murió. A partir del día del enterramiento cada noche se escucha en su tumba como un aullido a la luna. El perro murió al cabo de los 3 meses pero lo más extraño es que el aullido seguía produciéndose.

domingo, 21 de febrero de 2010

Destino. Por Sonia Hidalgo Sánchez

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces salió una bella dama con los ojos verdes y de pelo rubio. Vestía un hermoso camisón rosa de seda con brillantes y unas babuchas a juego con el camisón. El viajero se quedó sorprendido por la belleza de la joven y le preguntó por el camino de regreso. Ella le dijo que era demasiado tarde, que si quería le podía permitir quedarse a pasar la noche. Él respondió que vale. Durante la cena se enamoraron completamente el uno del otro. Como la joven sólo tenia una cama, esta se la cedió al viajero y ella se haría una cama de paja en el suelo. Él se negó completamente, y al final acordaron que él dormiría en el suelo y ella en la cama. A la mañana siguiente sonó la puerta. Era el novio de la joven que le venía a buscar para llevársela a dar un pase, ya que tenían que preparar la boda, que era al día siguiente. El prometido de la joven le preguntó que quién era aquel joven. Ella se lo explicó todo y el prometido lo miró con cara muy seria y un poco celosa, ya que el muchacho era muy guapo. La joven invitó al viajero a su compromiso. El viajero aceptó encantado. Al día siguiente el viajero ayudó a la joven a preparar el ramo de novia. Él le dijo todo lo que sentía el hacia ella (amor, cariño...).Ella le dijo que sentía lo mismo por él. Así que el viajero se fue a la iglesia y se sentó en uno de los bancos. La joven, cuando iba caminando hacia el altar, pensaba todo lo que le había dicho el viajero. Cuando llegó al altar, junto con su prometido, y el cura le preguntó al prometido si quería casarse con la joven este dijo que si y cuando llegó el momento de preguntarle a la joven, se le vinieron un montón de recuerdos a la cabeza. También recordó lo que le había dicho su madre, ya muerta: que lo único que debía seguir en su vida era a su corazón. Por todo ello, la joven dijo que quería al viajero. Así que el viajero se levantó del asiento y el prometido de la joven dijo que él también quería a otra mujer. Así que ese mismo día hicieron una boda conjunta. El prometido de la joven con la muchacha que amaba y el viajero con la joven. En el convite de la boda, ya que la tarta era de seis pisos repartieron tres para cada pareja. El viajero hizo una cabaña y tuvieron una hija preciosa llamada Destino ya que fue el destino quien los había unido.

Una historia de amor. Por María Rodríguez Abeja

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces apareció Gisella, una bella joven, como él, y de ojos azules. Gisella le preguntó que quién era. Este le contestó que venía de Francia y se llamaba Luis. Ella le preguntó qué era lo que quería. Él le contestó que vino de viaje y se había extraviado y entonces llego aquí. Gisella le dejó entrar. Luis se lo agradeció pero le preguntó que si la podía ayudar en algo para pagar así su estancia. Gisella le ofreció trabajo en la panadería en la que ella trabajaba como panadera y si él quisiera le podría traer los ingredientes a la panadería. Este aceptó. Al día siguiente empezaron a trabajar. Mientras Luis iba camino a la panadería pensaba: ¿Como es posible que Gisella me haya acogido tan bien? Se lo preguntaré. Cuando este entró le preguntó lo que pensaba. Gisella le dijo que su tío conocía a su padre. Y ambos se conocían de pequeños, de hecho, él tenía que recordar que la había querido mucho, pero se lo llevaron a la guerra. Gisella sentía algo por él, le envió cartas que no le llegaron. Luis y Gisella recordaron viejos tiempos. Ambos retomaron el amor que existía entre ellos. Y sacaron el negocio adelante, siendo felices para siempre y sin nada que los separe nunca más.

Una voz siniestra. Por Paloma Alexandra Canca Pérez

Una tarde en otoño llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces, sintió un frío helador por todo su cuerpo mientras la puerta se abría. Sus bisagras chirriaban y un olor raro, aunque agradable, salía del interior de la cabaña. Se dispuso a entrar en ella y, pese a todas estas sensaciones, en ese momento pensó que sería un buen lugar para pasar la noche. Recogió un haz de leña e hizo una fogata en medio del recinto y se preparó para dormir. Dormía profundamente, pues el cansancio del camino le había fatigado mucho, cuando de pronto sintió en lo más profundo de su sueño unos gritos de mujer. Sentándose este sobre el saco de dormir espero oír de nuevo el grito pero la espera resulto inútil. Pasó durmiendo el resto de la noche y la mañana siguiente se presentó fria y con niebla. Dispuesto a explorar el pueblo, vio en el centro de este, una iglesia. Entró y notó lo tenebroso del lugar: sólo tenía cuatro bancos, el altar, las columnas y un trozo de techo cubierto por la niebla. Cuando de pronto se le acercó una mujer. Le dijo que quería, desde hace años, descubrir de dónde venían esos gritos. Se hicieron amigos y se pusieron de acuerdo para buscar la procedencia de esos gritos. Caminando hacía el monte, en un descampado había decenas de ratas, que por las noches se peleaban entre ellas y sus alaridos parecían chillidos de personas. Ahí termino la historia de la mujer que chillaba todas las noches. El viajero y la mujer durante la búsqueda se enamoraron. Se fueron a vivir a la casa de la mujer y al cabo de los años tuvieron dos hijos llamados Alfonso y Alexandra. Fueron una familia muy feliz.

Los muebles vivos. Por Alberto Sánchez Fernández

Una tarde de otoño llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamo dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces salió un hombre mayor. El viajero le dijo que si se podía quedar a dormir esa noche. El hombre mayor le dijo que sí, pero que tuviera cuidado. Entonces el hombre mayor le acompañó a su cuarto y en un abrir y cerrar de ojos desapareció. El viajero dejó las maletas en el cuarto. Después al viajero le entró mucha hambre y salió a buscar al hombre mayor y, de repente, miró hacia atrás y vio dos armarios corriendo tras él. El viajero gritaba: “socorro”, y de repente apareció el hombre mayor. El viajero le dijo: -¡Esta casa esta embrujada! Me perseguían dos armarios. -Pues yo no he visto nada. El viajero, desconfiando de sus sentidos, dijo: -Ah, da igual. Déjalo, ¿tienes algo para darme de comer? -Si, te daré una sopa bien calentita. El viajero terminó de comer y se fue a su cuarto. Se acostó en la cama y entonces empezaron a abrirse y cerrarse las ventanas del cuarto y los muebles le decían: -Vete de aquí o, si no, prepárate para morir. El viajero empezó a correr por los pasillos y los muebles del cuarto le perseguían. De repente se encontró con el hombre mayor y le dijo. -Mire los muebles: me están persiguiendo. -Yo no he visto nada. Tienes que ir al médico. -Más bien tendrá que ir usted, porque está ciego. Yo me voy de aquí porque no quiero que me persigan otra vez los muebles. Entonces el viajero se fue y ya no volvió más por allí.

sábado, 20 de febrero de 2010

Viaje de pesadilla. Por Rosario Menchón Acosta.

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces encontró a una mujer sentada en una silla vieja. Estaba amarrada, con la boca tapada y con lágrimas en sus ojos. Presentaba numerosos cardenales en su cara. La muchacha levantó su mirada y vio al viajero. El se puso muy nervioso y decidió quitarle las cuerdas y el celofán de la boca. Ella se llamaba Laura era morena, alta, delgada y con los ojos azules; y él Nicolás: rubio con ojos negro como el carboncillo, delgado y alto. Cuando él le quitó la mordaza de la boca, ella le dijo: -Te pido, por favor, que me ayudes a salir de aquí, y huyamos los dos juntos, este lugar es muy peligroso. -Claro que te ayudaré a salir de aquí. Pero antes dime qué te ha ocurrido y por qué estás en este estado – contestó Nicolás. De repente se escuchó una camioneta llegar con un desagradable ruido. Alguien se había bajado y le dio un portazo a la puerta del coche, que parecía que la había descuadrado. -¡ Ya están ahí! Hay que salir de aquí lo más pronto que podamos Nicolás – contestó la chica. Los muchachos salieron por la parte trasera de la casa, corriendo lo más rápido que podían hacia el bosque. Cuando los dueños de la cabaña abrieron la puerta, presentaban caras desfiguradas, cuerpos gruesos… Era todo muy extraño .Uno de ellos traía un hacha con sangre reciente en su mano izquierda y el otro el cuerpo de una persona. Nada más entrar en la cabaña se dieron cuenta de que Laura había desaparecido. Dejaron el cadáver en la puerta, el hacha…. Y se montaron corriendo en la camioneta a buscar a Laura por el bosque. Estaba anocheciendo y los jóvenes encontraron un lugar seguro para esconderse y protegerse de los animales salvajes y de los salvajes dueños de la cabaña. Laura preguntó: -¿Qué te ha traído hasta este lugar tan desagradable, Nicolás? -Estaba buscando otro pueblecito para quedarme allí durante un tiempo y conocer sus fiestas, sus costumbres… A eso me dedico, y el destino me ha traído hasta aquí para conocerte y vivir una pesadilla. ¿Y tú, por qué estás aquí? -Me iba de fiesta con unas amigas. No bebimos nada, pero no sé qué pasó. Pinchamos una rueda y nos paramos a ver qué pasaba. Dos de mis amigas se fueron a buscar una gasolinera pero no volvieron y las otras tres fuimos a esa cabaña para ver si nos ayudaban. Cuando llegamos, no secuestraron unos tipos con un físico desagradable. Nosotras dábamos pequeños pasitos hacia atrás hasta que uno de ellos nos empujó hacia adelante. A cada una de nosotras nos metieron en una habitación diferente para no comunicarnos. Mataron a mis amigas y, supuestamente, hoy me tocaba a mí. -¿Por qué todo su afán es matar a personas? –Preguntó Nicolás. -No lo sé, pero cuando yo estaba atada a la silla, a mi alrededor había botes transparentes con órganos humanos metidos en líquido. Esto horrorizó a Nicolás, que dijo: -Hay que salir de aquí lo más pronto posible. Esos tíos matan a personas para comérselas. De repente se escucharon unos ruidos de personas andando, que iban con linternas e iluminaban aquella parte; Nicolás le tapó la boca a Laura por si eran esos dos locos. Cuando de momento se escuchó a dos mujeres gritar: -¡Laura, Laura! Entonces Laura se fue corriendo hacia ellas: eran sus amigas Sara y Raquel que estaban vivas (eran las dos chicas que fueron a la gasolinera cuando se pincharon las dos ruedas del coche).Laura presento a Nicolás a sus amigas. Y estuvieron hablando: -Laura, ¿donde están Virgi y Saray? – preguntó Sara. -Chicas, aquí pasan cosas rarísimas, dos tipos nos secuestraron y las mataron a las dos. A Nicolás lo conocí porque casualmente abrió la puerta de la cabaña y me ayudó a salir .Seguramente me estarán buscando, pero no saben la existencia de ustedes, y pase lo que pase, debemos salir de aquí los cuatro juntos -dijo con lágrimas en los ojos. -Claro que si. Saldremos todos juntos. –Repitieron las chicas. Al día siguiente comenzaron a andar para poder salir de allí .Iban los cuatro en fila india. Raquel iba la última. Pero los asesinos les tendieron una trampa. Uno de ellos estaba escondido y le clavó una flecha en la pierna. Ella metió un chillido que hizo que todos se giraran y la vieron tirada en el suelo. También vieron al arquero. Nicolás dijo: -De aquí no se sale vivo. Voy a por él. Ayudad a Raquel y le hacéis un torniquete. Si escucháis ruidos os vais. Nicolás fue tras él pero no le dio tiempo a alcanzarlo, porque este cogió la camioneta y se marchó. Nicolás regresó corriendo a donde permanecían las chicas, cuando llegó se encontró a Sara y a Laura abrazadas llorando y a Raquel en el suelo: había muerto. Nicolás les dijo: -Hay que ser fuertes para poder salir de esta pesadilla. Ahora saben que somos más. Las chicas no querían dejar allí tirada en el suelo a su amiga, pero si querían escapar de allí tenían que huir lo más pronto posible .Los tres se fueron corriendo. Escucharon caer agua y se arrimaron más al lugar, puesto que estaban deshidratados. Era un pequeño riachuelo y allí bebieron agua. Las chicas se sentaron en una piedra mientras que Nicolás tomaba agua; cuando este fue donde estaban ellas, ninguna de las dos estaban, habían desaparecido .Cuando se dio la vuelta, vio como los dos tipos se metían en la camioneta. Al principio corría y corría para alcanzarlos pero se paró, porque sabia que si lo cogían a el también, los matarían a los tres. Por la noche, siguió andando hasta que vio la cabaña. Los dueños se habían marchado a buscar a Nicolás al bosque. Cuando este entró en la casa, llamó a las chicas. Cada una estaba en una habitación diferente con un candado en la puerta. Encontró un hacha y fue abriendo todas las puertas de la casa puesto que todas tenían candados puestos. La primera habitación en la que entró, estaba llena de sangre por los suelos y botes con órganos humanos. La segunda era la habitación de los dueños. En la tercera estaba Sara. Al verla creyó que estaba dormida, pero cuando la desató, se dio cuenta de que no tenía pulso y no respiraba. La mataron; no sabía como decirle a Laura que la única amiga que le quedaba estaba muerta también. Siguió buscándola y cuando la encontró, le explicó que habian matado a su amiga a su amiga; la pobre se hartó de llorar. Nicolás la abrazó y le dijo: -Hay que salir de aquí, ahora es el momento, tienes que ser fuerte. Cuando fueron a salir de la cabaña vieron que los dueños los estaban esperando en la puerta, les tendieron una trampa. Nicolás le dijo a Laura que se quedara en la casa. Y salió por la puerta trasera sin que los otros se enteraran; cogió un hacha y se la clavó a uno de ellos. El otro no se quedó quieto y le golpeó tan fuerte que lo dejó tirado en el suelo haciéndose el inconciente. Ahí es cuando salió Laura se echó encima de el y le clavó las uñas en la cara: Nicolás en ese instante le clavó el hacha en la espalda y es cuando murió desangrado .Nicolás y Laura se montaron en la camioneta hasta llegar a un pueblo y avisar a la policía de lo ocurrido. Esperando a la policía los dos se besaron y la pesadilla llegó a su fin. O eso creían…

Spide. Por Mari Paz Sánchez Ruiz

Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces apareció un hombre vestido de negro que lo invito a pasar. El viajero entró a la casa muy decidido ya que aquella noche hacía mucho frío. Y no le pareció rara la vestimenta de aquel señor tan amable. Antes de que se me olvide: aquel viajero se llamaba Spide. A la hora de la cena Spide, le contó lo que le había sucedido a Cristian, el hombre que le había acogido. Spide le preguntó a Cristián si lo podía ayudar. -¿Cristián, me puedes ayudar? -Por supuesto, ¿qué necesitas? -Que me lleves a mi casa. -Vale, duerme hoy aquí para mañana ponernos en camino. Te enseñaré tu cuarto. -Muchas gracias. -No hay de que -finalizó Cristián. Cristián le enseñó el cuarto a Spide y le dijo: -Spide aquí está tu cuarto, entra y acomódate. Spide le respondió: -Muchas gracias, Cristián, eres muy amable. -No hay de qué, Spide. Cuando se fueron a dormir todo estaba muy tranquilo, pero Spide no se imaginaba lo que iba a suceder por la madrugada: Spide escuchó un ruido y se levantó a ver qué sucedía, y no había nada fuera de lo normal, pero fue a ver donde estaba Cristián, y no lo encontró. De repente se escuchó un ruido de cadenas, Spide muy asustado intentó escaparse de la cabaña, pero la puerta estaba cerrada. Intentó abrir una de las ventanas, pero estaba atrancada. Spide escuchó cómo las cadenas se iban acercando, y su corazón se aceleraba cada vez más. Spide intentaba buscar una salida, pero todo estaba cerrado. Encontró su única salvación que era un túnel que le llevaría hacía la parte trasera de la cabaña. Cogió ese atajo y el ruido de las cadenas se fue alejando cada vez más. Spide, aliviado, respiró hondo al saber que ya estaba a salvo, pero en ese mismo momento se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Al día siguiente decidió dar una vuelta para despejarse y, de pronto, vio a Cristian, el hombre que le había acogido en su casa aquella noche, pero no todo era igual porque ya lo conocía. Spide, al ver a Cristian, decidió salir corriendo para su casa. Pero se perdió y llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña…

jueves, 18 de febrero de 2010

El pasajero. Por Mabel Hernández Aranda

Una tarde en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces… una bella doncella, de rubios cabellos ensortijados, un precioso vestido y unos zapatos rojos de charol, le abrió la puerta. El pasajero estaba estupefacto, por la belleza singular de aquella joven. Cuando el pasajero reaccionó, y dejó de pensar, ella ya no estaba. Soltó el equipaje, y rápidamente comenzó a buscarla. Cuando iban por una explanada de albero, el la alcanzó. No dudó en preguntarle cuál era su nombre, pero la joven no respondió. -¿De dónde eres? ¿Es que acaso no hablas mi idioma? La joven lo miró con cara desconcertada y respondió: -Claro que hablo tu idioma. ¿Quién te crees que soy? Que viva aquí, en este pueblo desamparado, donde no puedo hablar con nadie, no significa que no sepa. -¿Dónde estoy? – Preguntó desconcertado. -En un pueblo de Almería, próximo al desierto de Tabernas. -¿Vives sola aquí? –Curioseando. -No, hay unos pocos vecinos más, bueno, y mi perra Maya. –Le respondió. La mirada que se intercambió en ese momento lo dijo todo, era un amor a primera vista. Día a día, semana a semana, mes a mes… se enamoraban más el uno del otro. Un día, el pasajero y la joven salieron a pasear, de repente, él se paró, le miró a los ojos y le propuso matrimonio. Finalmente se casaron y tuvieron dos hijos: Verónica, como ella, y Alfonso, como él.

La terrible historia de Melisa. Por Ana Rojas Mariscal

Una tarde en otoño llego al pueblo un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces como nadie le abría se marchó , pero de pronto la puerta de la casa se había abierto. El muchacho llamado Justin decidió entrar. La casa era muy antigua, oscura, y parecía que allí no había nadie desde hacía muchos años. Justin estuvo un rato viendo toda la casa y comprobó que estaba deshabitada. El muchacho decidió quedarse allí para poder descansar un poco hasta la mañana siguiente. Por la noche Justin , que dormía en una de las habitaciones de la casa , se despertó porque escuchó los pasos de una persona. Salió de la cama y fue a ver que ocurría. Mientras caminaba por la casa vio de repente una sombra. Justin la siguió , pero al instante desapareció y los pasos se dejaron de escuchar. Este se quedó durante un largo rato buscando qué o quién había en la casa. Pasado un tiempo no encontró nada, y pensó que había sido su imaginación. Entonces Justin volvió a dormirse. A la mañana siguiente, él pensaba buscar el camino de vuelta a su casa en la ciudad, pero cuando ya había recogido todas sus cosas e intentó abrir la puerta, estaba cerrada, no se podía abrir. Justin intentó salir por alguna de las ventanas pero todas estaban atascadas. De pronto volvió a escuchar los mismos pasos de la noche anterior. Justin se dirigió hacia la sala de estar. Allí vio un espíritu. Era una joven con el pelo largo, sucia y con heridas por el cuerpo. Él , un poco asustado le preguntó quién era y qué hacía. Ella le respondió que se llamaba Melisa y que murió hace muchos años mientras daba un paseo por el bosque, al caer en un agujero que había en el suelo y que, al estar cubierto por hojas, no vio. Allí se quedó su cuerpo, ya que su familia nunca la encontró. Melisa quería que Justin fuera a buscarlo, para que la enterrara en el cementerio del pueblo junto a su familia. Justin lo hizo. Al día siguiente fue a buscarla por el bosque. Tardó mucho tiempo, pero cuando ya oscurecía por fin la encontró . La cogió en sus brazos y se dirigió hacia el cementerio. Cuando llegó enterró el cuerpo de Melisa junto con el de sus familiares como ella quería. Por fin Melisa pudo descansar en paz , pero antes de irse ayudó a Justin a salir de aquel pueblo y regresar a su ciudad.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Historia de amor. Por Isabel Coronel García

Una tarde, en otoTamaño de fuenteño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la primera cabaña y entonces la abrió una joven delgada de mirada perdida, cabello dorado, ojos azules como el mar y dientes como perlas. Sintió latir su corazón como jamás le había sucedido. Empezaron a sudarle las manos sin parar, como un día de tormenta inacabable. Sus piernas le temblaban haciendo tambalear todo su cuerpo, hasta que finalmente cayó desmayada al suelo perdiendo totalmente el conocimiento. Él tampoco podía creer lo que estaba viendo. Hacia más de veinte años que no veía a esa mujer, tenían sólo quince años y fue en un lugar tan remoto que jamás se podía pensar que el destino los volviese a juntar. Entonces cuando sólo eran unos niños estaban viviendo tiempos difíciles. La guerra había estallado en Inglaterra, dejando a miles de niños desamparados, huérfanos o hambrientos en el mejor de los casos. La familia de Elizabeth, de alto fango militar, tuvo demasiado que ver en el desenlace de esta historia. Su padre, Federick Watson, capitán general de la Armada Inglesa, tuvo que tomar una decisión muy importante. El próximo ataque contra las tropas francesas sería definitivo para el fin de la Guerra. Era demasiado fácil para ser verdad, pues esta vez su enemigo era una aldea francesa con sólo unas pocas familias de ganaderos, pero capitaneados por uno de los más temidos gobernantes franceses de esos tiempos . Pierre, el hijo adolescente de Jaques, capitán de la tropa francesa, junto con más niños, ya se estaban preparando para defender su nación como si fuese un hombre. En el último combate, en el que luchó mano a mano con su padre, este fue herido de muerte por Frederick Watson. Como siempre ocurre. Igual que en el barco, las ratas son las primeras en abandonarlo cuando este se hunde, de esta misma manera sucedió en la batalla, pues los combatientes franceses, al verse intimidados por el superior número de militares ingleses, se retiraron de la batalla. Junto al cuerpo del capitán permanecía el joven Pierre, al capitán Watson le conmovió tanto la imagen que se llevó casi a rastras al muchacho para criarlo como si fuera su propio hijo, a pesar de no poder haber hecho nada por el capitán de las tropas francesas. Los meses que vivieron juntos en Inglaterra pudo entablar una buena amistad con Elizabeth, pero el muchacho no podía perdonar que el capitán Watson hubiera matado a su padre y por eso terminó huyendo. Los Watson no volvieron a saber nada de él. Al poco tiempo Elizabeth, junto con su familia, tuvo que marcharse a las Colonias inglesas de África, cuando ya había acabado la guerra, y allí murió el capitán Watson. Ahora, veinte años después, el destino los vuelve a unir y rememoran esos viejos tiempos y se ponen al corriente de todo lo que les había sucedido en sus vidas durante todo ese tiempo. El corazón de Pierre ha aprendido a perdonar a su enemigo y confiesa a Elizabeth que todo el dolor y el rencor que guardaba dentro se convirtió en el más intenso amor por la hija del hombre que le arrebató la vida a su padre. Él fue correspondido con el amor de Elizabeth y nunca más se volvieron a separar.